Nada mejor para desasirse de los plúmbeos brazos de Morfeo en las mañanas del sábado como la ingesta de un café bien cargado y caliente, a ser posible tras moler el grano en un arcaico molinillo, y la audición de este concierto n°5 de Brandenburgo del genio de Eisenach. Rompiendo moldes y preceptivas, el bueno de Johan Sebastian saca en esta pieza lentamente del ostracismo del bajo continuo al clave y lo pone a dirimir frases musicales con los teóricos protagonistas del concierto, la flauta y el violín. Llega un momento en que el teclado se hace dueño absoluto de la situación lanzándose a una tormenta de notas en un monólogo obsesivo de intensidad creciente hasta que estalla y vuelve a dar paso a la masa orquestal que retorna con una entrada yo diría que orgásmica. Bach deja temblando, como decíamos, la preceptiva musical de esta forma concertante. El café cargado se recomienda acompañarlo de tostadas de pan candeal con aceite virgen extra de compresión en frío. El zumo de naranja es opcional.
(Mariano López- Acosta)
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